La vivienda fluye así como un único gran espacio que
en su discurrir encuentra espacios que se integran o aislan, que se dilatan o
comprimen. Primero nos encontramos el gran espacio inicial del salón, que se
prolonga hacia el exterior a través del plano del suelo de madera, elevado
hasta el nivel de la terraza existente y que en altura se relaja hacia el
interior liberando el volumen con la recuperación de la inclinación de la
cubierta original. Desde él, surge el antiguo corredor que aparecerá y
desaparecerá, al cerrar o abrir totalmente las estancias que se disponen en su
recorrido. Se propone entonces un juego de posibilidades que se dibujan en un
pavimento continuo; un nuevo color y diferentes figuras desbordan las estancias
ofreciendo pistas sobre la posibilidad de la construcción de otros espacios: el
pavimento de la cocina se prolonga a través del corredor hasta el fondo del
armario de la despensa; en el estar -dormitorio se dibuja una circunferencia
descentrada que al cerrar el gran tabique blanco deslizante, anuncia la presencia de algo diferente al
otro lado, y que cuando se abre quedará totalmente incorporada al estar como
espacio que incorpora el distribuidor. La continuidad del pavimento llegará
hasta el dormitorio y vestidor que por requerimientos de mayor aislamiento, al
igual que los aseos, se aisla a través de la puerta abatible.
La transición de los planos-cerramientos y su materialidad se convierten en el germen articulador de la propuesta. Desde el interior, surgen los planos de vidrio translúcido que construyen la fachada transparente hacia la terraza. El nuevo cerramiento ligero, liberado ahora de la fachada, toma mayor desarrollo describiendo una poligonal que articula e identifica, dentro de un único espacio, diferentes áreas de uso. Los vidrios avanzan atrapando las cubiertas de Madrid incorporándolo como una imagen más que pertenece ya al propio interior de la vivienda. Al interior los planos de vidrio ocultan los espacios de almacenamiento, los aparatos técnicos de imagen y sonido, el guardarropía o la cocina. “Siempre hay algo por descubrir al otro lado”. Y ese algo construye un nuevo paisaje interior a través de la denuncia de los contenidos mediante las imágenes que como carteles publicitarios de reminiscencias pop descubren su única realidad desde la distancia. Desde la proximidad la imagen se desvanece y como si se tratara de un vagar surrealista cada observador en su movimiento construye sus nuevas imágenes. El mismo cerramiento a través de sus vidrios translúcidos, se convierte de noche en la gran pantalla reflectora, que desde los espacios contenedores resuelve hacia el interior la iluminación de la gran sala y acentúa el contraste de las imágenes.
Sección transversal
Sección longitudinal
Alzado